Wednesday, February 07, 2007



DAÑOS COLATERALES DEL CAMBIO CLIMÁTICO

Corre el año 2.037.

José Antonio (Málaga, 1956), residente del municipio de Marbella, acaba de conseguir la jubilación anticipada a sus 81 años por sus excelentes resultados en la empresa en la que lleva trabajando desde el año 2002 como comercial. Empezó vendiendo aparatos de aire acondicionado y acabó como jefe de sector especializado en venta e instalación de chimeneas.

Como cualquier andaluz ahorrador (¿los hay?) de clase media que se precie, Pepe Antonio aspira a vender su piso cercano a la pista de eskí de fondo de Puerto Banús para comprarse una cabaña a la orilla de un fiordo, en Noruega. Es mucho más barato vivir en el norte de Europa, desde luego.

Por cierto los fiordos ya no son lo que eran cuando él tenía unos treinta años y trabajaba de hamaquero en un chiringuito de la playa de la Fontanilla (Marbella) y soñaba con unos veranos más frescos. Es cierto que no eran entonces los escandinavos los que faltaban a su cita temporal con la Costa del Sol. Huían de sus fríos países aprovechando las tarifas de los vuelos de bajo coste a lo largo del año.

"Pues sí", se pone a pensar Pepe Antonio mientras se conecta con su ordenador de pulsera a un sitio de venta y alquiler de cabañas que lindan con los fiordos del Norte europeo, "el sol era entonces nuestro mejor reclamo, el motor del turismo. Pero las cosas empezaron a irse al carajo en la primera década del siglo, claro, cuando los políticos y hasta los que menos se habían preocupado por el planeta hasta entonces empezaron a dar la voz de alarma hablando del cambio climático a tutiplén. Me acuerdo que algunos decían que ya era demasiado tarde."

De joven y ya entrado en la madurez, Pepe Antonio soñaba con unas temperaturas veraniegas más suaves y poco a poco (de hecho más deprisa que cualquiera pudiera pensar) los caprichos del cambio climático satisfacieron sus deseos y el clima mediterráneo fue sustituido por un clima templado y bastante lluvioso a lo largo del año hasta que aparecieron las primeras heladas estacionales.

Ahora las heladas son pan de cada día y Pepe Antonio, que ya ha cumplido una edad en la que pesa el paso de los años y los huesos y la gélida humedad no hacen buenas migas, se está tomando muy en serio lo de jubilarse en Noruega. A la orilla de un fiordo. Tropical por supuesto, pues los fiordos de antes son ahora unas lagunas de cuyas aguas cristalinas y cálidas disfrutan mucho los mayores del sur europeo. Aguas peligrosas también, debida a la cantidad de tiburones que gozan también de sus lujos. Algunos dicen que la septuagenaria Pamela Anderson pasa unas largas temporadas allí, vigilando las playas artificiales. "Deformación profesional", piensa Pepe Antonio a quien siempre le gusta la aludida.

"Ay", suspira Pepe al darse cuenta de que igual no dispone del dinero suficiente para largarse al norte, "ojalá pudiera cambiar mi pisito de Puerto Banús por una cabaña allí. Igual le interesa a un noruego que ya no puede ponerse el sol tras su tercera recaída de un cáncer de piel y quiere venirse a esquiar a Ronda, la mejor estación de eskí de montaña de nuestros pagos. "

Dedico este post de seudo ciencia ficción a mi amigo carioca Micael que me escribió desde Rio diciéndome que el verano austral es bastante raro allí, que llueve mucho y no hace tanto calor.

Os dejo, voy a invertir. Voy a comprarme un estudio en Hamburgo, en primera línea de puerto comercial. Por si las moscas.

Por si las moscas tsé tsé se hartan de África y emigran a Islandia.

3 comments:

monsieurleguiri said...

Pués, de ciencia ficción me parece que no tiene nada tu cuento. Dentro de poco me iré a jubilarme en mi tierra natal Bretaña donde lucira el sol y palmeras en la costa... Y yo que he venido aqui en españa para el sol y el calor. Jodido estoy

Anonymous said...

Caramba, ¿la señorita de los mil rostros?, al menos debería cambiar el formato de su blog, señora Elva.

Anonymous said...

Vanessa, me temo de que no soy la que te crees, no soy Elva (pero puedo cambiarme el nombre).
En cuanto a mi número de caras, es verdad que me pierdo por las cifras, contándolas. Algunas caras escenográficas, sí que tengo. Pero (aún) no llego a tantas.


Monsieurleguiri, cuanto más al norte, más tropical. Dentro de poco tu Bretaña natal gozará de un clima mediterráneo seco comparable al clima actual de Almería, pero si quieres más cocoteros y lagunas de aguas cristalinas, tendrás que acercarte a Dinamarca por lo menos. Allí habrá un barrio muy bonito llamado "la jungla de la Sirenita". Cuidado a los riesgos de malaria por allí.