
RADIO TALIBÁN vs RADIO MADRID:
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En mi mundialmente conocido monólogo "la Ambición Castaña" (perdonad el autobombo, pero como ya sabéis, soy mi propio servicio de prensa) digo:
"El ser humano es propenso a generalizar. Le basta con que una rubia se queje de que oye música cuando pone Radio Talibán para deducir que las rubias son tontas".
Pues por lo visto le ha salido una competidora a Radio Talibán, y ésa no se esconde en lejanas cuevas afganas sino que opera a la luz del día en el mismísimo Madrid. Se llama Radio Madrid.
El ayuntamiento acaba de cerrar un par de discotecas y la famosa sala de concierto La Riviera. Vayamos por parte.
El cierre de las discotecas:
Que tras el triste fallecimiento de un chaval el fin de semana pasado en una discoteca, pongan las narices en el submundo de los porteros puede ser una medida de salud pública. ¿Sabéis la diferencia entre un Doberman y un portero?
Hay Dobermans simpáticos.
No sé dónde reclutan a los porteros, pero parecen que la mayoría son snipers serbios reconvertidos en cancerberos casi humanos. Por más educado que estés a la hora de entrar en una disco, te tratan como si fueras un delicuente. Igual lo eres. Por querer entrar a toda costa en un sitio dónde van a cobrarte garrafón a precio de champán francés. Y cuando te dejan pasar, tienes que estar agradecido...
Ahora, que el señor Gallardón aproveche las supuestas medidas de seguridad para cerrar lo que era casi una de las únicas salas medianas de concierto en una capital europea nos deja sin voz.
Y a los que no han dejado sin voz, pero sí sin sala para tocar han sido a los catalanes Sidonie que tenían un bolo allí hoy, para más inri el último concierto de su gira. Al final van a "realojarles" en la sala Joy Eslava, de aforo más limitado.
Eso contaban ellos mismos ayer por la tarde en la calle, pues como artistas cachondos que son, han estado tocando en Sol, al lado de unos mariachis mexicanos. Unplugged, tal unos músicos noveles e motivados, creando una aglomeración de seguidores y de curiosos a su alrededor.
Y lo han hecho con el sutil sentido del humor que caracteriza tanto las letras de sus canciones como sus actuaciones en general. No han pasado el sombrero, no. Se lo han quedado en la cabeza, pero sí se pusieron a hablar con la gente.
Le propuse un intercambio conceptual a uno de los músicos: que nos mandaran a Jordi Hereu un tiempo, a cambio de que les enviáramos a Albertito. Si el intercambio resultara positivo, nos quedaríamos con el alcalde de Barcelona.
Por cierto Barcelona no será una ciudad perfecta, ni lo es Madrid, tampoco París, pero París puede jactarse de sus numerosas salas de concierto medianas.
Ante la desaparición de las penúltimas salas madrileñas, propongo que teleportemos salas parisinas como La Cigale o l'Elysée Montmartre cada vez que haga falta. Pero un poco crudo lo tenemos. Si no me créis, preguntádselo a los ingenieros del LHC de Ginebra que se lían los sesos a la hora de teleportar un miserable protón...
Así que ante las dificultades que supone la teleportación, nos queda preguntarnos por qué han cerrado la Riviera.
Alegan cuestiones de licencias. Subtexto: ¿será que el cierre es un efecto colateral de la operación guateque?
¿Produce la Riviera algún tipo de contaminación acústica en los paraderos? Pero si no hay casas al lado. La sala está a la orilla del río más conceptual del mundo: el Manzanares.
¿Qué pasa entonces? ¿Los decibelios de los conciertos molestan tanto a las truchas gigantes que se vuelven hermafroditas? (lo mismo les pasa a los mejillones vascos, ver post del mes de setiembre).
Por cierto no me molestaría nada saber que la Rivera cerrara temporalmente por obras, ya que no sería ningún lujo que los dueños adecentararan el sonido. Los que conocemos el sitio lo sabemos: la acústica deja tanto que desear que más fácil lo tendrían los grupos al tocar en una plaza de abastos. Aún así, el cierre brutal sigue siendo un enigma.
Aunque tras pensármelo, me digo que hay a lo mejor toda una estrategia por debajo.
Tras el éxito relativo que supuso aquella feria comercial disfrazada de festival - Rock in Rio/Mad (ver post de julio), a las autoridades se les han ido la olla: Madrid ha de ser un polo de atracción para las divinidades musicales, para las estrellas de la globa.
El Palacio de los Deportes, hay que llenarlo a toda costa, y también el Bernabeu, y Ventas, y hay que volver a utilizar el recinto ferial de Arganda del Rey. Cultura del pelotazo aplicada al "arte". Megalomanía por doquier.
Los artistas más humildes en el sentido en que su especificidad no mueve a las masas sino a un público más exigente ya no tienen su sitio aquí. No son imágenes corporativas del Corte Inglés, no interesan en un mundo que quiere parecerse cada vez más a escenas de Minority Report. No caben en la Matrix.
Al otro lado de la cadena musical, quedan humildes salas de barrios, permanentemente amenazadas por cierres, donde tocan grupos noveles. El hecho de que supriman las salas intermedias hacen que aquellos grupos estén condenados a quedarse muy pequeños.
Queda myspace, dirán algunos. Vale. Pero por más genial que sea este medio de promoción - es lo que es - no sustituye a la energía de una banda que toca en directo.
Así que si las cosas siguen igual, Madrid va a quedarse sin música. Como Radio Talibán.
A los grupos que no pertenecen a la mercadotecnia ¿les quedará la calle?
Hasta que una orden municipal prohiba cualquier tipo de música al aire libre que no esté patrocinada por Telepizza y Burger King.
¿Cómo será la banda sonora del futuro?
(Collage de servidora. En el centro: Marc Ros, cantante de Sidonie. Que yo sepa, él no ha sido modelo de Emidio Tucci hasta el momento).
Post dedicado a Graciela y Raquel.